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El mildium apenas afecta a un 5 % de los viñedos de la Denominación de Origen Protegida Montilla-Moriles

La constante labor del Aula de Viticultura del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Montilla-Moriles, bajo la dirección de Juan Portero Laguna, unida al aliciente que representa para los viticultores de la zona los premios en metálico de los que está dotado el Concurso “Pedro Cabezuelo”, han logrado minimizar este año los perniciosos efectos del mildium en el marco vitivinícola cordobés.



Las alertas que emite semanalmente la Agrupación para el Tratamiento Integrado en Agricultura (Atria) del Consejo Regulador –en las que se ofrece información precisa sobre las parcelas en las que se han detectado problemas y se plantean tratamientos para paliarlos– han permitido controlar el impacto de esta epidemia vegetal que afecta a los viñedos, especialmente durante los meses de primavera.

“En esta campaña, la aparición de las primeras manchas los días 27 y 28 de abril, junto a las previsiones meteorológicas de probabilidad de lluvias para el 5 y el 6 de mayo, dieron pie a que la mayoría de los viticultores pudieran tratar sus viñedos alertados por el Consejo Regulador a través del Aula de Viticultura y de sus boletines”, resaltó ayer Enrique Garrido, gerente del máximo órgano de control de los vinos cordobeses, que situó en un 5 por ciento las parcelas que finalmente han resultado dañadas en la zona Montilla-Moriles como consecuencia del mildium, con una reducción de cosecha que oscila entre el 20 y el 40 por ciento, lo que, a su juicio, “pone de manifiesto el éxito de la iniciativa”.

Los premios a la detección precoz del mildium se convocaron por primera vez en 1984, en virtud de la iniciativa de Pedro Cabezuelo, jefe de la Sección de Protección de los Vegetales en Córdoba. El programa dio sus primeros frutos entre 1989 y 1991 cuando, gracias a las denuncias de las primeras manchas y a la divulgación realizada por la Delegación de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía en los medios de comunicación y en charlas a los agricultores, se consiguió detener la epidemia.

“El objetivo de estos premios no es otro que el de incentivar a los viticultores de toda la zona para que detecten y avisen a los servicios técnicos de la Delegación de la aparición de las primeras manchas de mildium en cada campaña vitivinícola”, explicó ayer Enrique Garrido, quien reconoció que “esta detección precoz de la enfermedad, que es endémica en toda la zona, junto con un análisis de las previsiones meteorológicas, permite al Consejo Regulador informar y alertar a los viticultores del mejor momento para realizar los tratamientos, de los productos recomendados y de las dosis necesarias”.

Las alertas que semanalmente emite el Aula de Viticultura del Consejo Regulador ofrecen información sobre todas las plagas y enfermedades que afectan al cultivo del viñedo y, también, sobre el estado fenológico de la planta, lo que ayuda a programar los calendarios de tratamientos, al anticiparse al ataque de los agentes fitopatógenos.

“La importancia de esta iniciativa es realmente poco visible en campañas normales, sin grandes precipitaciones y con elevadas temperaturas durante la primavera, en las que el mildium no tiene una incidencia grave en el cultivo, pero en campañas anómalas como esta, en la que la enfermedad está causando estragos en las cosechas de determinadas zonas de Andalucía, es cuando se demuestra su eficacia”, reconoció el gerente del Consejo Regulador, en referencia al marco de Jerez, donde el mildium ha provocado este año mermas en la cosecha de hasta el 80 por ciento.

Un hongo muy peligroso para el viñedo

Conocido en otras regiones como añublo o mildeo, este hongo parásito originario de América puede ocasionar daños devastadores en todos los órganos de la planta si el clima le favorece. De esta forma, representa una de las enfermedades criptogámicas más peligrosas y de las más temidas por los viticultores porque, cuando la infección es grande, puede devastar toda la producción de una zona vitivinícola.



Generalmente, los agricultores de Montemayor son los primeros en dar la alerta cada año en la zona Montilla-Moriles, al contar con viñedos en terrenos arenosos, donde la brotación es más temprana. Con todo, este año, los primeros síntomas de esta epidemia vegetal se detectaron el pasado 27 de abril en la Sierra de Montilla y, un día más tarde, en la zona de Las Arenas, en La Rambla. Días más tarde se localizaron nuevos focos del hongo en Montemayor, Aguilar de la Frontera y La Rambla.

Una vez que se detecta la primera mancha, el Aula de Viticultura del Consejo Regulador da la voz de alarma y los viticultores empiezan a aplicar los tratamientos correspondientes, a base de productos penetrantes y sistémicos que actúan incluso cuando la enfermedad se ha hecho presente en la planta.

De esta forma, a los viñedos afectados se les pueden aplicar tratamientos a base de cobre que, además de ofrecer buenos resultados, tienen un coste relativamente bajo. No obstante, si la infección es mayor, es recomendable acudir a productos sistémicos, con lo que el tratamiento se encarece considerablemente.

J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
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