¡Fumar no está de moda! Hace un año, desde esta página, razonaba sobre la Ley que entraba en vigor y las posibles dificultades que se podían plantear. Afortunadamente ha imperado la cordura y mejor que peor, las posturas que podrían ser enconadas han ido suavizándose. Felicidades a fumadores y no fumadores. Soy consciente de que aún nos queda mucho camino por recorrer, pero insisto ¡felicidades!
La Ley antitabaco ha cumplido un añito. ¡Albricias! Porque además hay resultados a la vista. Protestamos mucho cuando entró en vigor la Ley. Los ánimos se calentaron a un lado y otro del cuadrilátero. ¡Somos muy viscerales! Ahora estamos a la espera de que el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) dé información del año que ha transcurrido con menos humos.
Como ejemplo voy a comentar algunos aspectos aportados por dicha Ley antitabaco. Refunfuñamos mucho en su momento pero hay resultados. El consumo ha descendido considerablemente. Son muchos los fumadores que tomaron conciencia del tabaquismo.
Se calcula que unas 600.000 personas han dejado de fumar desde que entró en vigor la norma que prohibía fumar en espacios públicos cerrados. Por ejemplo, los bares son más respirables para todos y eso es importante en un país donde dichos establecimientos, por lo general, están bastante concurridos.
Estamos hablando de una reducción considerable de adictos. Ha descendido el número de ingresos hospitalarios por infarto por lo que se ha reducido el coste sanitario y social. Hay menos problemas respiratorios y menor consumo pasivo de humos tabacarios. Hay una actitud de respeto hacia los demás que incide en mejores relaciones. Son beneficios que no se ven a simple vista pero que están ahí.
Dice el CNPT: “Los datos, que estarán disponibles a mediados del próximo mes de enero, hablan claramente del gran beneficio que la actual Ley de medidas sanitarias frente al tabaquismo está produciendo en la salud pública española”. Ante el caos de derroches, malversación, expolio que estamos viviendo, consuela y alegra saber que en “algo” estamos mejor que hace un año.
De esta noticia hago especial hincapié en tres conceptos: respeto a la autonomía de cada persona, derecho de los no fumadores e información sobre la salud. Vayamos por partes.
Dicen que les falta más asistencia a los que quieren dejar de fumar y su adicción se lo impide. Dicen que hay que promover la formación de profesionales en deshabituación tabáquica. Dicen que hay que incrementar el control de la promoción encubierta y la publicidad ilícita de tabaco que persiste entre nosotros.
Todo ello es verdad, pero… Respetar la autonomía personal es básico, ya que permite que cada sujeto actúe desde la libertad. Pero cuando la persona se quiere suicidar a cámara lenta ¿debemos dejar que lo haga? Creo que sí, puesto que información ya tiene suficiente.
Aunque menda opina que dejar de fumar se reduce a un “problema sexual”. Me explico: es cuestión de “echarle dos pares…” al tema y doy fe de ello, a pesar de que después de 30 años de abandonado el vicio, aún me vienen deseos de… Pero ¡voluntad es la clave! Dicho de otra manera, quieres o no quieres dejarlo. Desde luego no cierro la puerta a la ayuda que se pueda dar desde fuera.
Por otro lado, los derechos de los no fumadores deben ser respetados y casi lo hemos conseguido en el caso del tabaco. Esta variable es razón suficiente para que estemos contentos por ello. Cierto que aún falta camino por recorrer, pero los espacios comunes, de momento, están a salvo.
Pero aún queda mucho por hacer. El tabaquismo causa verdaderos estragos en España. Se manejan cifras preocupantes sobre este tema. Estamos hablando de 53.000 muertes anuales, es decir 145 personas mueren diariamente como consecuencia del tabaquismo activo, a las que hay que sumar unas 3.200 muertes por tabaquismo pasivo.
“Mueren muchas más personas como consecuencia del consumo del tabaco que las que lo hacen como consecuencia de los accidentes de tráfico, o los accidentes laborales”. Como dato preocupante añadir que nuestros jóvenes empiezan a fumar a los 13 años. Quizá esto no tenga importancia (¿!?).
Información. ¿Abrimos con ello un nuevo frente? Nuestros jóvenes y no tan jóvenes, tienen una gran cantidad de información, pero no por ello ha disminuido el hábito de fumar, o de ingerir alcohol, ni los embarazos tempranos, ni por supuesto las drogas en general, cuyo consumo ha aumentado espoleado por una diabólica curiosidad y una voraz necesidad de experimentarlo todo.
Se consume alcohol y cualquier otro tipo de sustancia nociva a edades cada vez más tempranas, por no hablar de una sexualidad precoz y de usar y tirar como los clínex. Y no estoy abogando porque sean santos…
Un estudio llevado a cabo por científicos de Bristol revela que el cannabis causa caos cognitivo en el cerebro. Su consumo está asociado a alteraciones en la concentración y en la memoria que pueden desembocar en problemas de conducta. Por desgracia, España está a la cabeza del consumo de cocaína y cannabis, en el ámbito de la UE. ¡Felicidades!
Mi desconcierto es total, no por legalizar las drogas o dejar de legalizarlas, sino por el posible traspié que dicha “legalización” puede comportar para que se deteriore aún más la salud de nuestros conciudadanos. ¿O tal vez sólo se trata de legalizar para recaudar?
Y cuando el abuso de cualquiera de las sustancias nocivas arrastre al sujeto a una clara dependencia y a un deterioro psiquicofísico lo endosamos a la Seguridad Social para que lo cure, puesto que la asistencia sanitaria es para todos.
No propugno suprimir ayudas a los adictodependientes. Al enfermo hay que ayudarle y curarlo, si se deja. Reclamo mayor responsabilidad para no ser encadenados por algún tipo de dependencia nociva. Pero ¿cómo se come eso? ¿Educación de la voluntad? Desde luego, no es nada fácil el tema.
Quizás lo que me suene a un cierto fariseísmo es la encarnizada lucha que ha habido contra el tabaco, no dudo que era necesaria, y la laxa actitud ¿“progre”? que existe frente a otro tipo de sustancias, llámense drogas de diseño, cocaína o alcohol. Me da igual cómo se llamen. Será porque “¡ojos que no ven, manta que me llevo!”. Nos queda en el aire el dilema de las llamadas "drogas legales" frente a "drogas ilegales". Otro día será.
La Ley antitabaco ha cumplido un añito. ¡Albricias! Porque además hay resultados a la vista. Protestamos mucho cuando entró en vigor la Ley. Los ánimos se calentaron a un lado y otro del cuadrilátero. ¡Somos muy viscerales! Ahora estamos a la espera de que el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) dé información del año que ha transcurrido con menos humos.
Como ejemplo voy a comentar algunos aspectos aportados por dicha Ley antitabaco. Refunfuñamos mucho en su momento pero hay resultados. El consumo ha descendido considerablemente. Son muchos los fumadores que tomaron conciencia del tabaquismo.
Se calcula que unas 600.000 personas han dejado de fumar desde que entró en vigor la norma que prohibía fumar en espacios públicos cerrados. Por ejemplo, los bares son más respirables para todos y eso es importante en un país donde dichos establecimientos, por lo general, están bastante concurridos.
Estamos hablando de una reducción considerable de adictos. Ha descendido el número de ingresos hospitalarios por infarto por lo que se ha reducido el coste sanitario y social. Hay menos problemas respiratorios y menor consumo pasivo de humos tabacarios. Hay una actitud de respeto hacia los demás que incide en mejores relaciones. Son beneficios que no se ven a simple vista pero que están ahí.
Dice el CNPT: “Los datos, que estarán disponibles a mediados del próximo mes de enero, hablan claramente del gran beneficio que la actual Ley de medidas sanitarias frente al tabaquismo está produciendo en la salud pública española”. Ante el caos de derroches, malversación, expolio que estamos viviendo, consuela y alegra saber que en “algo” estamos mejor que hace un año.
De esta noticia hago especial hincapié en tres conceptos: respeto a la autonomía de cada persona, derecho de los no fumadores e información sobre la salud. Vayamos por partes.
Dicen que les falta más asistencia a los que quieren dejar de fumar y su adicción se lo impide. Dicen que hay que promover la formación de profesionales en deshabituación tabáquica. Dicen que hay que incrementar el control de la promoción encubierta y la publicidad ilícita de tabaco que persiste entre nosotros.
Todo ello es verdad, pero… Respetar la autonomía personal es básico, ya que permite que cada sujeto actúe desde la libertad. Pero cuando la persona se quiere suicidar a cámara lenta ¿debemos dejar que lo haga? Creo que sí, puesto que información ya tiene suficiente.
Aunque menda opina que dejar de fumar se reduce a un “problema sexual”. Me explico: es cuestión de “echarle dos pares…” al tema y doy fe de ello, a pesar de que después de 30 años de abandonado el vicio, aún me vienen deseos de… Pero ¡voluntad es la clave! Dicho de otra manera, quieres o no quieres dejarlo. Desde luego no cierro la puerta a la ayuda que se pueda dar desde fuera.
Por otro lado, los derechos de los no fumadores deben ser respetados y casi lo hemos conseguido en el caso del tabaco. Esta variable es razón suficiente para que estemos contentos por ello. Cierto que aún falta camino por recorrer, pero los espacios comunes, de momento, están a salvo.
Pero aún queda mucho por hacer. El tabaquismo causa verdaderos estragos en España. Se manejan cifras preocupantes sobre este tema. Estamos hablando de 53.000 muertes anuales, es decir 145 personas mueren diariamente como consecuencia del tabaquismo activo, a las que hay que sumar unas 3.200 muertes por tabaquismo pasivo.
“Mueren muchas más personas como consecuencia del consumo del tabaco que las que lo hacen como consecuencia de los accidentes de tráfico, o los accidentes laborales”. Como dato preocupante añadir que nuestros jóvenes empiezan a fumar a los 13 años. Quizá esto no tenga importancia (¿!?).
Información. ¿Abrimos con ello un nuevo frente? Nuestros jóvenes y no tan jóvenes, tienen una gran cantidad de información, pero no por ello ha disminuido el hábito de fumar, o de ingerir alcohol, ni los embarazos tempranos, ni por supuesto las drogas en general, cuyo consumo ha aumentado espoleado por una diabólica curiosidad y una voraz necesidad de experimentarlo todo.
Se consume alcohol y cualquier otro tipo de sustancia nociva a edades cada vez más tempranas, por no hablar de una sexualidad precoz y de usar y tirar como los clínex. Y no estoy abogando porque sean santos…
Un estudio llevado a cabo por científicos de Bristol revela que el cannabis causa caos cognitivo en el cerebro. Su consumo está asociado a alteraciones en la concentración y en la memoria que pueden desembocar en problemas de conducta. Por desgracia, España está a la cabeza del consumo de cocaína y cannabis, en el ámbito de la UE. ¡Felicidades!
Mi desconcierto es total, no por legalizar las drogas o dejar de legalizarlas, sino por el posible traspié que dicha “legalización” puede comportar para que se deteriore aún más la salud de nuestros conciudadanos. ¿O tal vez sólo se trata de legalizar para recaudar?
Y cuando el abuso de cualquiera de las sustancias nocivas arrastre al sujeto a una clara dependencia y a un deterioro psiquicofísico lo endosamos a la Seguridad Social para que lo cure, puesto que la asistencia sanitaria es para todos.
No propugno suprimir ayudas a los adictodependientes. Al enfermo hay que ayudarle y curarlo, si se deja. Reclamo mayor responsabilidad para no ser encadenados por algún tipo de dependencia nociva. Pero ¿cómo se come eso? ¿Educación de la voluntad? Desde luego, no es nada fácil el tema.
Quizás lo que me suene a un cierto fariseísmo es la encarnizada lucha que ha habido contra el tabaco, no dudo que era necesaria, y la laxa actitud ¿“progre”? que existe frente a otro tipo de sustancias, llámense drogas de diseño, cocaína o alcohol. Me da igual cómo se llamen. Será porque “¡ojos que no ven, manta que me llevo!”. Nos queda en el aire el dilema de las llamadas "drogas legales" frente a "drogas ilegales". Otro día será.
PEPE CANTILLO