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No hay preguntas

Por primera vez en democracia, los periodistas no podrán hacer preguntas a un candidato a la Presidencia del Gobierno de España. Mariano Rajoy no dará ni una sola rueda de prensa en campaña electoral porque “es una decisión inteligente”, según le dicen sus gurús de Génova. Aparte, las imágenes retransmitidas que verán ustedes en los noticieros tampoco serán recogidas por los profesionales de la información, sino que serán grabadas, editadas y distribuidas por los responsables de Prensa del Partido Popular (PP).

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El onanismo político de Rajoy vulnera la misma Constitución Española que habla en su artículo 20 del "derecho a la información libre y veraz" de los españoles. Esta forma antidemocrática de privar a los ciudadanos a su constitucional derecho a la información encierra el miedo que todo dirigente poco amante de la democracia sufre a que sus gobernados conozcan la verdad.

La profesión de contar cosas, de fiscalizar a los poderes públicos con el objeto de velar por los valores democráticos y la creación de una opinión pública libre e informada es siempre incómoda para quienes pretenden usar a los periodistas como meros transmisores de su propaganda.

Rajoy, igual que los dictadores de China, Cuba, Marruecos o Corea del Norte, busca en la prensa un somnífero que adormezca a los ciudadanos de sus verdaderas intenciones. Cuando se tiene miedo a los periodistas, se tiene miedo a que salga la verdad. Si queremos conocer la salud democrática de un país sólo hemos de mirar el nivel de libertad en el que se mueven los profesionales de la comunicación.

Esta decisión de ningunear al Periodismo y a sus profesionales guarda relación con la actitud chulesca y censuradora de Dolores de Cospedal a raíz de ser entrevistada por Ana Pastor. Para la presidenta manchega, la periodista de TVE no es “objetiva ni imparcial” al permitirse la osadía de molestarla.

Quizás para el PP de Rajoy su modelo informativo “objetivo e imparcial” sea el de los “hilitos de plastilina” o el de “ce-ce o-o” y su referente de profesionalidad sea Urdaci. O sea, propaganda en lugar de información.

Este tipo de actitudes ponen en entredicho a las empresas informativas, que están más cerca de la intención propagandística de los líderes a los que enaltecen a través de su información propagandística, que de los profesionales que trabajan en sus medios y que ven cómo su profesión se denigra y es vista como un impedimento para los intereses ocultos de Mariano Rajoy.

Ni un solo medio de comunicación avisará al PP de que sin preguntas no hay cobertura. Ser informado e informar con libertad, veracidad y con criterios de relevancia pública son exigencias que marca nuestro ordenamiento jurídico. En la libertad de información nos va la calidad de nuestra democracia, la salud de nuestras libertades y el respeto al pluralismo ideológico.

No estaría de más que Rajoy y sus compañeros recordaran el papel fundamental que ha jugado la prensa y sus profesionales en la conquista de las libertades que se plasman en nuestra Constitución de 1978.
RAÚL SOLÍS
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