Ya está visto para sentencia, con el permiso de esos siete valientes afiliados –a día de hoy- que pretenden enfrentarse a la temible maquinaria del Partido Socialista. Más aún si tenemos en cuenta que el candidato elegido por el aparato es el mismo que lo maneja y conoce a la perfección todos los botones y resortes de esa maquinaria: Alfredo “Goebbels” Rubalcaba será el candidato del PSOE a las próximas elecciones generales.
Mucho se ha especulado sobre las razones y el procedimiento de elección que ha seguido el secretario general, Rodríguez Zapatero, para concluir en lo que ya sabía casi todo el mundo iba a ocurrir.
Cierto es que la intención de Carmen Chacón de participar en las elecciones primarias produjo al principio cierta confusión e incertidumbre, mas a toro pasado parece que la chica no tenía opción alguna.
De hecho, la carita –como diría mi buen amigo Eduardo Maestre- de indefensión de alumna teresiana de Carmen el día del anuncio de su retirada del proceso de Primarias era todo un poema a la desolación y a la decepción.
Bien está que no quiera hablar más de ello, porque podría escapársele la verdad: el mismo presidente le dijo que se quitara de en medio, eso sí, adornándolo con bonitas palabras sobre el bien del partido: “Carmen, el partido no nos pertenece a nosotros, sino al viento…”; veremos a ver si no les llega una levantera y se va todo el partido a tomar… viento.
Con todo, dándole vueltas a todo esto que está sucediendo en el seno del PSOE, se me antoja que, como siempre, esta gente lo tiene todo atado y bien pensado. A alguna conclusión interesante han debido llegar para proceder de esta manera –frenazo a Chacón y dedazo a Rubalcaba-. De hecho, se me ocurre que la secuencia futura de acontecimientos puede ser la paranoia que les paso a describir.
Las Elecciones Primarias se va a celebrar con toda normalidad, y probablemente con un solo candidato, Rubalcaba; algunos de los otros candidatos renunciarán a cambio de algún que otro premio. Otros, simplemente, no conseguirán los 22.000 avales exigidos para poder ser precandidato. Así, a mediados o finales de junio –no tengo muy claro los plazos-, D. Alfredo será proclamado candidato a la Presidencia del Gobierno por parte del Partido Socialista.
Ahora bien, en el PSOE saben que las próximas elecciones, sean cuando sean, están perdidas. El objetivo prioritario, pues, es minimizar esa derrota, si es posible impidiendo que el Partido Popular pueda formar gobierno fácilmente. Dicho en román paladino, hay que impedir a toda costa la mayoría absoluta del PP.
Para eso, el PSOE debe haberse planteado una estrategia que contemple a partes iguales el control de los tiempos y los resultados económicos del tercer trimestre –la temporada alta para el sector que genera mayor porcentaje del PIB, especialmente en el granero de votos del socialismo: Andalucía-.
Por si fuera poco, en el PSOE nunca han sido muy amigos de mantener durante mucho tiempo a dos personas distintas en los dos puestos principales del aparato: candidato a presidente y secretario general. Y con más razón cuando éste último ni siquiera existe o, al menos, no se le tiene en cuenta para nada.
Escuchando estos últimos días a Zapatero –en las pocas ocasiones en que se deja escuchar- se le nota triste, o más bien consciente de que está totalmente acabado. Es un zombie, un cadáver viviente políticamente hablando. Parece que incluso su inacabable soberbia ha terminado por agotarse: razón por la cual creo que lo que está deseando es quitarse de en medio cuanto antes.
Sumando a esto la necesidad que tiene el partido de un revulsivo fuerte, y que aún con éste lo más probable es que el candidato sea de tipo bonzo –alguien totalmente dispuesto a quemarse por el partido- no me queda más remedio que pensar que, una vez celebradas las Elecciones Primarias, y dado el puesto que Rubalcaba ocupa en el Gobierno, Zapatero dimitirá dejando al candidato como Presidente del Gobierno interino para que convoque elecciones anticipadas a celebrar probablemente a primeros de octubre –sin datos de desempleo de septiembre, aún-.
El margen de maniobra de Rubalcaba, en estas condiciones, será muy escaso, pero al menos conseguirá algún espacio de tiempo para demostrar a los españoles que él no es lo mismo que Zapatero. Y así podrá salvar, quizás, parte del objetivo, obligando al PP a currárselo muy mucho para obtener las mayorías absolutas que desea en Madrid y en Andalucía.
Mucho se ha especulado sobre las razones y el procedimiento de elección que ha seguido el secretario general, Rodríguez Zapatero, para concluir en lo que ya sabía casi todo el mundo iba a ocurrir.
Cierto es que la intención de Carmen Chacón de participar en las elecciones primarias produjo al principio cierta confusión e incertidumbre, mas a toro pasado parece que la chica no tenía opción alguna.
De hecho, la carita –como diría mi buen amigo Eduardo Maestre- de indefensión de alumna teresiana de Carmen el día del anuncio de su retirada del proceso de Primarias era todo un poema a la desolación y a la decepción.
Bien está que no quiera hablar más de ello, porque podría escapársele la verdad: el mismo presidente le dijo que se quitara de en medio, eso sí, adornándolo con bonitas palabras sobre el bien del partido: “Carmen, el partido no nos pertenece a nosotros, sino al viento…”; veremos a ver si no les llega una levantera y se va todo el partido a tomar… viento.
Con todo, dándole vueltas a todo esto que está sucediendo en el seno del PSOE, se me antoja que, como siempre, esta gente lo tiene todo atado y bien pensado. A alguna conclusión interesante han debido llegar para proceder de esta manera –frenazo a Chacón y dedazo a Rubalcaba-. De hecho, se me ocurre que la secuencia futura de acontecimientos puede ser la paranoia que les paso a describir.
Las Elecciones Primarias se va a celebrar con toda normalidad, y probablemente con un solo candidato, Rubalcaba; algunos de los otros candidatos renunciarán a cambio de algún que otro premio. Otros, simplemente, no conseguirán los 22.000 avales exigidos para poder ser precandidato. Así, a mediados o finales de junio –no tengo muy claro los plazos-, D. Alfredo será proclamado candidato a la Presidencia del Gobierno por parte del Partido Socialista.
Ahora bien, en el PSOE saben que las próximas elecciones, sean cuando sean, están perdidas. El objetivo prioritario, pues, es minimizar esa derrota, si es posible impidiendo que el Partido Popular pueda formar gobierno fácilmente. Dicho en román paladino, hay que impedir a toda costa la mayoría absoluta del PP.
Para eso, el PSOE debe haberse planteado una estrategia que contemple a partes iguales el control de los tiempos y los resultados económicos del tercer trimestre –la temporada alta para el sector que genera mayor porcentaje del PIB, especialmente en el granero de votos del socialismo: Andalucía-.
Por si fuera poco, en el PSOE nunca han sido muy amigos de mantener durante mucho tiempo a dos personas distintas en los dos puestos principales del aparato: candidato a presidente y secretario general. Y con más razón cuando éste último ni siquiera existe o, al menos, no se le tiene en cuenta para nada.
Escuchando estos últimos días a Zapatero –en las pocas ocasiones en que se deja escuchar- se le nota triste, o más bien consciente de que está totalmente acabado. Es un zombie, un cadáver viviente políticamente hablando. Parece que incluso su inacabable soberbia ha terminado por agotarse: razón por la cual creo que lo que está deseando es quitarse de en medio cuanto antes.
Sumando a esto la necesidad que tiene el partido de un revulsivo fuerte, y que aún con éste lo más probable es que el candidato sea de tipo bonzo –alguien totalmente dispuesto a quemarse por el partido- no me queda más remedio que pensar que, una vez celebradas las Elecciones Primarias, y dado el puesto que Rubalcaba ocupa en el Gobierno, Zapatero dimitirá dejando al candidato como Presidente del Gobierno interino para que convoque elecciones anticipadas a celebrar probablemente a primeros de octubre –sin datos de desempleo de septiembre, aún-.
El margen de maniobra de Rubalcaba, en estas condiciones, será muy escaso, pero al menos conseguirá algún espacio de tiempo para demostrar a los españoles que él no es lo mismo que Zapatero. Y así podrá salvar, quizás, parte del objetivo, obligando al PP a currárselo muy mucho para obtener las mayorías absolutas que desea en Madrid y en Andalucía.
MARIO J. HURTADO