Rodríguez Zapatero no se presentará a las próximas elecciones según una "decisión personal". Eso es lo que ha dicho y habrá que creerlo -lo de la decisión personal-. Las espadas están en alto. Rodríguez Zapatero promete neutralidad en la batalla por el liderazgo del PSOE.
Se abre la caja de los truenos de cara a la sucesión en la Secretaría General del partido y, posteriormente, en la de carrera hacia la Presidencia del Gobierno. Los candidatos, según la prensa, podrían ser Pérez Rubalcaba o Carmen Chacón. Ambos parecen que están midiendo fuerzas y calibrando posibles apoyos. Ambos tienen partidarios y detractores. Guerra no está por unas primarias y González parece que pupilea a Carmen Chacón. Tengo la corazonada de que el candidato (candidata) será Carmen Chacón.
¿Verdaderamente otros señalados miembros del partido se han quedado en la cuneta? ¿Se están planteando otros posibles candidatos para secretario general y/o para presidente y, de momento, es mejor guardar silencio? Una cuestión es cierta: han conseguido por unos días, que no hablemos de los perentorios problemas que tiene el país.
Voy de lleno al tema que me interesa. Hay que profundizar en los entresijos de la Ley de Igualdad para que dicha normativa sea el broche final de la Era Zapatero. Presentar a Carmen Chacón puede ser una buena plataforma electoralista para engrasar los ejes de la carreta política del PSOE.
Los engranajes del partido están muy anquilosados, embrutecidos por toda una cadena de errores, omisiones y meteduras de pata en estos años que llevamos de crisis (¡ah! pero ¿ha habido crisis?).
Optar por una candidata podría perfectamente asegurar, aferrar, reforzar la participación del voto femenino. Recordemos que la imagen vende y dice mucho. ¡Siempre será mejor votar a un pretendiente guapo que a otro feo! ¡Y si la novedad es mujer, tanto mejor!
Indudablemente sería muy interesante, no sé si sería eficaz, lidiar en las próximas generales en pro de una mujer como presidenta de este país -y, para más señas, catalana-. Sería la posible primera presidenta de esta tierra nuestra desde que hay elecciones libres y, por supuesto, desde siempre históricamente. ¡Jugada perfecta! Otra cosa será que salga bien dicha apuesta.
Que nadie piense anticipadamente que soy contrario a la idea. De ninguna manera estoy en contra de la presencia de la mujer en puestos de importancia política o empresarial. Voto por cualquier mujer que valga y esté preparada para desempeñar un cargo público. Ejemplos muy válidos tenemos en este momento.
La Ley de la Parida(d) -léase Ley de Igual(da)- me parece una ofensa a la capacidad de las mujeres. Dicha ley propone, como es ya sabido, que debe haber igual número de hombres y mujeres en las listas electorales y que eso se ha de materializar en el equilibrio mujeres-hombres en el Gobierno y casi así ha sido en estos últimos años.
Para ser más exactos, debe haber una solución de equilibrio entre ambos sexos de tal manera que la fórmula propuesta no es totalmente paritaria, en cuanto que no impone una total igualdad entre hombres y mujeres, sino la regla de que unos y otras no podrán integrar las candidaturas electorales en una proporción inferior al 40 por ciento o superior al sesenta por ciento. El problema es que hemos tenido en el Gobierno féminas que no han dado la talla ni por asomo y eso no es eficaz, o digo más bien ¡no debería ser válido!
Pero ¿es justa dicha propuesta? ¿No sería más elegante, efectivo y beneficioso que si hay más número de mujeres mejor preparadas para ejercer un cargo de responsabilidad sean ellas las que detenten el cargo? Se supone que políticamente debemos buscar la excelencia, la calidad esté en quien esté, es decir sea hombre o mujer. Y si se desequilibra la paridad a favor de la mujer me parece estupendo; ello querrá decir que no hay en ese momento hombres suficientemente duchos al mismo nivel.
Como ya decía el filósofo, el Gobierno de la nación debe estar en manos de los mejores. Hablar de los mejores es abogar por sujetos -femeninos o masculinos- que estén bien preparados intelectual y humanamente. Que sean capaces de pasar por la política haciéndolo lo mejor posible y salir de ella con las manos limpias.
Tomás Moro (1475-1535) fue canciller de Inglaterra con Enrique VIII y salió del cargo tan pobre como había entrado y moriría defendiendo sus criterios. ¡No se le pide tanto a nuestros próceres! Recomiendo ver la ya antigua película Un hombre para la eternidad, calibrándola dentro del contexto político-religioso de su momento histórico.
Tener una mujer de presidenta del Gobierno me parece extraordinario, pero no por la paridad, que considero una “parida”, sino por la calidad. Hablamos de una mujer que esté preparada, que esté madura para poder coger el timón del Estado. Estado que lamentablemente está bastante escorado y navega con dificultades buscando el mar de una democracia limpia, no corrompida, con unos políticos de altura.
Lamentablemente, el barco del Estado da la impresión que se va a descoyuntar por el furibundo envite de las olas de la crisis, del paro, del "todo vale", de la corrupción. Zarandeado, pongo por caso, con golpes de mar a babor (EREs a izquierda) y a estribor (Gürtel a derecha), el velero llamado "Democracia" parece que está a punto de irse a pique, ¡que zozobra, vamos! -y no estoy haciendo un chiste malo-.
Creo sinceramente que Carmen Cachón no está madura para el cargo. A mi entender, y no soy ni militante del PSOE ni del PP, (esta aclaración es para los que alegremente ponen etiquetas en sus comentarios o piensan que "se nos ve el plumero") a esta señora le falta un hervor de por lo menos cuatro años más, para que esté madura políticamente.
Desde luego esto es una opinión personal y este artículo es posiblemente una quimera que juega a la lotería de una verosímil designación de una candidata a la Presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales.
¡Y el paro aumentando en unos cuantos miles más de personas! ¡Y los Ere que Ere engordando y ahora, según dicen, con niño incluido! ¡Y los sindicatos jugando al escondite!
Se abre la caja de los truenos de cara a la sucesión en la Secretaría General del partido y, posteriormente, en la de carrera hacia la Presidencia del Gobierno. Los candidatos, según la prensa, podrían ser Pérez Rubalcaba o Carmen Chacón. Ambos parecen que están midiendo fuerzas y calibrando posibles apoyos. Ambos tienen partidarios y detractores. Guerra no está por unas primarias y González parece que pupilea a Carmen Chacón. Tengo la corazonada de que el candidato (candidata) será Carmen Chacón.
¿Verdaderamente otros señalados miembros del partido se han quedado en la cuneta? ¿Se están planteando otros posibles candidatos para secretario general y/o para presidente y, de momento, es mejor guardar silencio? Una cuestión es cierta: han conseguido por unos días, que no hablemos de los perentorios problemas que tiene el país.
Voy de lleno al tema que me interesa. Hay que profundizar en los entresijos de la Ley de Igualdad para que dicha normativa sea el broche final de la Era Zapatero. Presentar a Carmen Chacón puede ser una buena plataforma electoralista para engrasar los ejes de la carreta política del PSOE.
Los engranajes del partido están muy anquilosados, embrutecidos por toda una cadena de errores, omisiones y meteduras de pata en estos años que llevamos de crisis (¡ah! pero ¿ha habido crisis?).
Optar por una candidata podría perfectamente asegurar, aferrar, reforzar la participación del voto femenino. Recordemos que la imagen vende y dice mucho. ¡Siempre será mejor votar a un pretendiente guapo que a otro feo! ¡Y si la novedad es mujer, tanto mejor!
Indudablemente sería muy interesante, no sé si sería eficaz, lidiar en las próximas generales en pro de una mujer como presidenta de este país -y, para más señas, catalana-. Sería la posible primera presidenta de esta tierra nuestra desde que hay elecciones libres y, por supuesto, desde siempre históricamente. ¡Jugada perfecta! Otra cosa será que salga bien dicha apuesta.
Que nadie piense anticipadamente que soy contrario a la idea. De ninguna manera estoy en contra de la presencia de la mujer en puestos de importancia política o empresarial. Voto por cualquier mujer que valga y esté preparada para desempeñar un cargo público. Ejemplos muy válidos tenemos en este momento.
La Ley de la Parida(d) -léase Ley de Igual(da)- me parece una ofensa a la capacidad de las mujeres. Dicha ley propone, como es ya sabido, que debe haber igual número de hombres y mujeres en las listas electorales y que eso se ha de materializar en el equilibrio mujeres-hombres en el Gobierno y casi así ha sido en estos últimos años.
Para ser más exactos, debe haber una solución de equilibrio entre ambos sexos de tal manera que la fórmula propuesta no es totalmente paritaria, en cuanto que no impone una total igualdad entre hombres y mujeres, sino la regla de que unos y otras no podrán integrar las candidaturas electorales en una proporción inferior al 40 por ciento o superior al sesenta por ciento. El problema es que hemos tenido en el Gobierno féminas que no han dado la talla ni por asomo y eso no es eficaz, o digo más bien ¡no debería ser válido!
Pero ¿es justa dicha propuesta? ¿No sería más elegante, efectivo y beneficioso que si hay más número de mujeres mejor preparadas para ejercer un cargo de responsabilidad sean ellas las que detenten el cargo? Se supone que políticamente debemos buscar la excelencia, la calidad esté en quien esté, es decir sea hombre o mujer. Y si se desequilibra la paridad a favor de la mujer me parece estupendo; ello querrá decir que no hay en ese momento hombres suficientemente duchos al mismo nivel.
Como ya decía el filósofo, el Gobierno de la nación debe estar en manos de los mejores. Hablar de los mejores es abogar por sujetos -femeninos o masculinos- que estén bien preparados intelectual y humanamente. Que sean capaces de pasar por la política haciéndolo lo mejor posible y salir de ella con las manos limpias.
Tomás Moro (1475-1535) fue canciller de Inglaterra con Enrique VIII y salió del cargo tan pobre como había entrado y moriría defendiendo sus criterios. ¡No se le pide tanto a nuestros próceres! Recomiendo ver la ya antigua película Un hombre para la eternidad, calibrándola dentro del contexto político-religioso de su momento histórico.
Tener una mujer de presidenta del Gobierno me parece extraordinario, pero no por la paridad, que considero una “parida”, sino por la calidad. Hablamos de una mujer que esté preparada, que esté madura para poder coger el timón del Estado. Estado que lamentablemente está bastante escorado y navega con dificultades buscando el mar de una democracia limpia, no corrompida, con unos políticos de altura.
Lamentablemente, el barco del Estado da la impresión que se va a descoyuntar por el furibundo envite de las olas de la crisis, del paro, del "todo vale", de la corrupción. Zarandeado, pongo por caso, con golpes de mar a babor (EREs a izquierda) y a estribor (Gürtel a derecha), el velero llamado "Democracia" parece que está a punto de irse a pique, ¡que zozobra, vamos! -y no estoy haciendo un chiste malo-.
Creo sinceramente que Carmen Cachón no está madura para el cargo. A mi entender, y no soy ni militante del PSOE ni del PP, (esta aclaración es para los que alegremente ponen etiquetas en sus comentarios o piensan que "se nos ve el plumero") a esta señora le falta un hervor de por lo menos cuatro años más, para que esté madura políticamente.
Desde luego esto es una opinión personal y este artículo es posiblemente una quimera que juega a la lotería de una verosímil designación de una candidata a la Presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales.
¡Y el paro aumentando en unos cuantos miles más de personas! ¡Y los Ere que Ere engordando y ahora, según dicen, con niño incluido! ¡Y los sindicatos jugando al escondite!
PEPE CANTILLO