Cada cierto tiempo recibimos por los medios de comunicación la noticia de que una mujer ha sido muerta a manos de su pareja. Esto ya casi nos parece natural, y apenas nos sorprende de que, en algunos casos, sus autores sean jóvenes. Pareciera que aplicar la letra de aquel viejo tango, La maté porque era mía, pervive en lo más hondo del género masculino como un ajuste de cuentas ante el honor mancillado.
Así, recientemente, se ha producido otro caso que bien pareciera una vuelta de tuerca más al sadismo con el que algunos tratan a las víctimas. La noticia recibida es la siguiente: un hombre joven, de 21 años y de origen rumano, en Torrejón de Ardoz ha estrangulado a su pareja, de 19 años, que estaba embrazada de cinco meses.
Al autor no le ha bastado semejante “hazaña”, sino que envió fotografías por webcam a los padres de la chica para que vieran el cuerpo yaciente de su hija. El mensaje se acompañaba con la amenaza de matar también a la hermana pequeña de la víctima, que igualmente vivía en España.
Y uno no deja de preguntarse: ¿cómo es posible que acontezcan semejantes actos de barbarie en los inicios de este nuevo milenio? Es cierto que uno de los grandes avances, por no decir una verdadera revolución silenciosa, es el que se ha producido en lo que respecta a la mujer y a su condición social y humana.
Los cambios de una generación a otra han sido enormes. Es más, me atrevería a indicar que, mientras en la mujer se han dado profundas transformaciones, la mayor parte de los hombres se mantiene bajo unos esquemas arcaicos o tradicionales y que su visión del otro género, en líneas generales, apenas se ha modificado.
Creo que hemos llegado a una cultura en la que conviven formas de relaciones igualitarias con otras en las que se sigue considerando al hombre como dueño y poseedor del cuerpo y la mente de la mujer.
Y si esto parece una exageración, me gustaría que hiciéramos un repaso por algunos mensajes publicitarios, ya que la publicidad funciona como un verdadero espejo de lo que acontece en la sociedad, con todas sus variaciones.
He de indicar que ya nos habíamos acercado al fenómeno publicitario en un artículo anterior; de todos modos, vamos a ver cómo queda reflejado lo dicho en algunos anuncios que he seleccionado del largo archivo del que dispongo.
Comenzamos por el anuncio de boxers de la marca Unno. Bien, pues aquí tenemos el sueño de todo varón que se precie: su entrepierna es lo más parecido a un duro revolver a punto de dispararse. No en vano el idioma español contiene un rico léxico de términos y expresiones para indicar que la virilidad se encuentra ahí, en ese sitio exacto; nada que tenga que ver con la mente, la inteligencia, los sentimientos, etc. Esto último parece que son paparruchadas que solo sirven para devaluar a “los hombres de verdad”.
Y claro, está socialmente muy arraigada la idea de que todas las mujeres sueñan con tener a su lado un varón con semejantes atributos y, también, de que nos envidian por todo el conjunto de privilegios que conlleva el haber nacido hombre. Porque, en el fondo, siempre nos dicen que ser hombre es una auténtica suerte; y, en sentido contrario, ser mujer una desgracia. Y para que no quede la menor duda de lo que digo, pasemos al segundo anuncio.
¿Qué vemos en él? Pues a un conjunto de chicas jóvenes que han entendido que ser hombre es un verdadero chollo. Así, todas ellas están de vuelta de tanto feminismo, de tanta igualdad, de tantos derechos todavía por conquistar… Hay que dejarse de esas pamplinas e ir a lo verdaderamente importante: parecerse lo más posible a los hombres.
¿Y en qué consiste en ser un verdadero hombre? Ya lo habíamos visto en el anuncio de Unno, y ahora nos lo ratifica una marca competidora como es Abanderado. Pues muy sencillo: tener un buen “paquete”, tal como nos lo muestra el póster que adorna el salón. Nada más y nada menos.
A partir de este atributo, el resto viene rodando: uno ya puede beber directamente de la botella de leche; estar tirado en el sofá oyendo música con los auriculares puestos; pasarse todo el día jugando con la playstation; incluso, se puede estar por la casa en boxers que no pasa nada.
¿No pasa nada? Pues sí que pasa; porque una cosa es la envidia que, según Sigmund Freud, toda mujer tiene del hombre y otra cosa es imitarlo y pasarse de la raya. Y con esto hay que tener mucho cuidado, como nos lo recuerda el grupo Platero y tú en una canción que lleva el mismo título que aquel viejo tango. Prestemos un poco de atención a la letra:
“Me ha cogido la madera
A mi novia yo he matado
No saquéis fotografías
Tengo el cuerpo ensangrentado
Yo era un chico muy decente
Ella era una prostituta
Ya no usará la cama
Ahora duerme en la tumba
…
La maté porque la amaba
La maté porque era mía”.
Como vemos, el esquema arcaico de “mi madre es una santa y yo te encontré a ti en el arroyo” pervive en lo más profundo de muchos sectores de nuestra sociedad. Y si no, que se lo pregunten a Jimmy Choo que ha acudido a un anuncio para plasmar este imaginario profundo.
Ahí tenemos a una chica, es de suponer que muy moderna al utilizar los zapatos de esta marca, y que como decía la letra de Platero y tú ahora va a dormir en la tumba que le está cavando su pareja, un hombre de raza negra. Claro, lo más seguro es que la chica se “pasara de lista” y ha recibido su merecido. Como lo recibió esa chica rumana de Torrejón de Ardoz.
Y es que la mujer tiene que saber “quién lleva los pantalones”, como decía el eslogan promocional de una revista del corazón. Pero, esto, lo veremos en la próxima entrega: Rendidas a tus pies, título que se deduce de algunas campañas publicitarias y que ponen en su sitio a los hombres y a las mujeres. ¡Como debe ser!
Así, recientemente, se ha producido otro caso que bien pareciera una vuelta de tuerca más al sadismo con el que algunos tratan a las víctimas. La noticia recibida es la siguiente: un hombre joven, de 21 años y de origen rumano, en Torrejón de Ardoz ha estrangulado a su pareja, de 19 años, que estaba embrazada de cinco meses.
Al autor no le ha bastado semejante “hazaña”, sino que envió fotografías por webcam a los padres de la chica para que vieran el cuerpo yaciente de su hija. El mensaje se acompañaba con la amenaza de matar también a la hermana pequeña de la víctima, que igualmente vivía en España.
Y uno no deja de preguntarse: ¿cómo es posible que acontezcan semejantes actos de barbarie en los inicios de este nuevo milenio? Es cierto que uno de los grandes avances, por no decir una verdadera revolución silenciosa, es el que se ha producido en lo que respecta a la mujer y a su condición social y humana.
Los cambios de una generación a otra han sido enormes. Es más, me atrevería a indicar que, mientras en la mujer se han dado profundas transformaciones, la mayor parte de los hombres se mantiene bajo unos esquemas arcaicos o tradicionales y que su visión del otro género, en líneas generales, apenas se ha modificado.
Creo que hemos llegado a una cultura en la que conviven formas de relaciones igualitarias con otras en las que se sigue considerando al hombre como dueño y poseedor del cuerpo y la mente de la mujer.
Y si esto parece una exageración, me gustaría que hiciéramos un repaso por algunos mensajes publicitarios, ya que la publicidad funciona como un verdadero espejo de lo que acontece en la sociedad, con todas sus variaciones.
He de indicar que ya nos habíamos acercado al fenómeno publicitario en un artículo anterior; de todos modos, vamos a ver cómo queda reflejado lo dicho en algunos anuncios que he seleccionado del largo archivo del que dispongo.
Comenzamos por el anuncio de boxers de la marca Unno. Bien, pues aquí tenemos el sueño de todo varón que se precie: su entrepierna es lo más parecido a un duro revolver a punto de dispararse. No en vano el idioma español contiene un rico léxico de términos y expresiones para indicar que la virilidad se encuentra ahí, en ese sitio exacto; nada que tenga que ver con la mente, la inteligencia, los sentimientos, etc. Esto último parece que son paparruchadas que solo sirven para devaluar a “los hombres de verdad”.
Y claro, está socialmente muy arraigada la idea de que todas las mujeres sueñan con tener a su lado un varón con semejantes atributos y, también, de que nos envidian por todo el conjunto de privilegios que conlleva el haber nacido hombre. Porque, en el fondo, siempre nos dicen que ser hombre es una auténtica suerte; y, en sentido contrario, ser mujer una desgracia. Y para que no quede la menor duda de lo que digo, pasemos al segundo anuncio.
¿Qué vemos en él? Pues a un conjunto de chicas jóvenes que han entendido que ser hombre es un verdadero chollo. Así, todas ellas están de vuelta de tanto feminismo, de tanta igualdad, de tantos derechos todavía por conquistar… Hay que dejarse de esas pamplinas e ir a lo verdaderamente importante: parecerse lo más posible a los hombres.
¿Y en qué consiste en ser un verdadero hombre? Ya lo habíamos visto en el anuncio de Unno, y ahora nos lo ratifica una marca competidora como es Abanderado. Pues muy sencillo: tener un buen “paquete”, tal como nos lo muestra el póster que adorna el salón. Nada más y nada menos.
A partir de este atributo, el resto viene rodando: uno ya puede beber directamente de la botella de leche; estar tirado en el sofá oyendo música con los auriculares puestos; pasarse todo el día jugando con la playstation; incluso, se puede estar por la casa en boxers que no pasa nada.
¿No pasa nada? Pues sí que pasa; porque una cosa es la envidia que, según Sigmund Freud, toda mujer tiene del hombre y otra cosa es imitarlo y pasarse de la raya. Y con esto hay que tener mucho cuidado, como nos lo recuerda el grupo Platero y tú en una canción que lleva el mismo título que aquel viejo tango. Prestemos un poco de atención a la letra:
“Me ha cogido la madera
A mi novia yo he matado
No saquéis fotografías
Tengo el cuerpo ensangrentado
Yo era un chico muy decente
Ella era una prostituta
Ya no usará la cama
Ahora duerme en la tumba
…
La maté porque la amaba
La maté porque era mía”.
Como vemos, el esquema arcaico de “mi madre es una santa y yo te encontré a ti en el arroyo” pervive en lo más profundo de muchos sectores de nuestra sociedad. Y si no, que se lo pregunten a Jimmy Choo que ha acudido a un anuncio para plasmar este imaginario profundo.
Ahí tenemos a una chica, es de suponer que muy moderna al utilizar los zapatos de esta marca, y que como decía la letra de Platero y tú ahora va a dormir en la tumba que le está cavando su pareja, un hombre de raza negra. Claro, lo más seguro es que la chica se “pasara de lista” y ha recibido su merecido. Como lo recibió esa chica rumana de Torrejón de Ardoz.
Y es que la mujer tiene que saber “quién lleva los pantalones”, como decía el eslogan promocional de una revista del corazón. Pero, esto, lo veremos en la próxima entrega: Rendidas a tus pies, título que se deduce de algunas campañas publicitarias y que ponen en su sitio a los hombres y a las mujeres. ¡Como debe ser!
AURELIANO SÁINZ